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Los hábitos de vida de los niños y adolescentes españoles, las actividades y costumbres cotidianas que repercuten en su salud y desarrollo, están empeorando a marchas agigantadas y por encima de todos los males sobresale una preocupante dependencia generalizada y cada vez más excesiva de las pantallas digitales.
La Fundación Gasol ya hizo en 2022 una radiografía sobre los hábitos de vida (ejercicio físico, alimentación, horas de sueño, sobrepeso, uso de móviles, salud mental) de los alumnos españoles de 8 a 16 años, en la que alertó a autoridades, profesores y familias de notables deficiencias. Tres años y medio después ha realizado un seguimiento y una segunda radiografía a los mismos estudiantes y el resultado es aún mucho peor.
El retroceso se produce en todos los factores testados, pero el «aumento más preocupante» en estos tres años largos es el del abuso generalizado de móviles, táblet u ordenadores. Los adolescentes españoles pasan de media cuatro horas atrapados en sus pantallas electrónicas durante los días de colegio o instituto y casi seis horas en los sábados y domingos.
Estas cifras suponen que, solo desde 2022, los escolares españoles han aumentado en una hora y media el tiempo que pasan todos los días entre chat, foros, internet y redes sociales. Dedican once horas más a la semana a los diferentes formatos de pantallas electrónicas, lo que supone duplicar el tiempo que pasaban con estos dispositivos hace tres años en los días lectivos y aumentar un 36% el ya excesivo de los fines de semana. El aumento desde el primer estudio equivale a 25 días completos más pegados a las pantallas al año.
Estas cifras de abuso generalizado se traducen en que el 80% de los estudiantes de primaria y ESO superan a diario el tiempo máximo de pantallas aconsejado por los expertos y que durante los fines de semana incurren en este consumo de riesgo el 95,5% de los menores de 16 años. Ante esta situación, la Fundación Gasol pide a autoridades, escuelas y familias que establezcan límites de uso de las pantallas, porque muchos de estos chicos han atravesado la frontera del consumo problemático, que no solo puede derivar en adicción sino también en múltiples problemas de salud.
Pero las pantallas solo son el factor más llamativo. El estudio revela «un deterioro preocupante» de todos los hábitos de vida de los niños y adolescentes españoles, con resultados muchos peores de los ya malos de 2022. Los menores de 16 años cada vez son más sedentarios. En la actualidad hacen dos horas menos de actividad física moderada o vigorosa a la semana que hace tres años y medio, lo que equivale a nueve horas menos al mes.
La calidad de su sueño también ha empeorado, sobre todo en los fines de semana. En los días de clase, solo seis de cada diez duermen los que los especialistas consideran necesario para su edad -entre 9 y 11 horas para los niños de 6 a 13 años y entre 8 y 10 horas para los adolescentes de 14 a 17 años-, pero en los sábados y domingo son poco más de un tercio, el 35%, los que descansan lo suficiente. Entre semana han empeorado un 4%, pero en los fines de semana el retroceso es de un 34% en poco más de tres años.
La calidad de alimentación también va a peor. En 2022 la mayoría de los niños y adolescentes hacía un uso medio-alto de la dieta mediterránea. Ahora el uso ya solo es medio y, de hecho, donde el porcentaje de retroceso es más llamativo es entre quienes hace tres años se alimentaban especialmente bien. Quienes tenían una adherencia alta a la dieta mediterránea han pasado del 46% al 35% (once puntos menos) y los que comían especialmente mal son ya el 11,5%, tres puntos más.
El resultado de este claro empeoramiento, además del aumento de múltiples factores de riesgo de salud, es el notable deterioro del bienestar mental que relatan los propios chicos. En solo un trienio se han casi duplicado los escolares de 8 a 16 años que confiesan malestar psicológico. Superan un tercio los entrevistados que indican que están preocupados, tristes o son infelices. Han pasado del 18,3% al 35,6%.
Lo único que no ha empeorado desde 2022 son los indicadores de sobrepeso y obesidad, que no obstante ya eran demasiado elevados entonces. No han empeorado de forma general, pero sí que acumulan más grasa abdominal quienes ya hace tres años tenían los peores hábitos de vida. Es la demostración, alertan, de que si los hábitos insanos no se corrigen en la infancia solo evolucionarán a peor con el paso de los años.
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