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El municipio de Covarrubias aguarda secretos que van más lejos de las habituales miradas turistas y de su conocido patrimonio cultural e histórico. Apartado de sus estrechas calles empedradas y de las características casas blancas de madera y adobe, se encuentra uno de ellos, pues ahí habita el albergue de una de las industrias más antiguas del país.
Se trata de la tenería, un recóndito lugar en el que se preparan y se curten las pieles para uso comercial. Su situación es estratégica, puesto que se ubica próxima al río para facilitar la toma de agua, uno de los ingredientes vitales en el proceso de elaboración.
Quienes mantienen viva esta añeja profesión son los hermanos de Burgos Jorge y Rocío. Asimismo, contiguo a su negocio peletero convivieron otras siete curtidurías comerciales más, que juntas conformaban la que sus vecinos conocen como «la calle de las tenerías», no obstante, además de este grupo, también coexistieron otras de uso privado.
Poco o nada quedan de aquellos extintos comercios, que han borrado su rastro con el paso del tiempo no sólo en el municipio burgalés, sino en toda España. A nivel industrial, actualmente son dos las tenerías que sobreviven en el país, una de ellas está en Navarra y la otra la gestionan los ya nombrados hermanos Domingo, en Covarrubias.
Hace ya seis años que los burgaleses Jorge y Rocío asumieron el cargo de la gestión de la curtiduría de Covarrubias. «Vimos que el anterior dueño se jubilaba y aprovechamos la oportunidad», explica Jorge.
No son novatos en el negocio de las pieles, puesto que también son responsables la Botería Domingo, un comercio familiar que instalado en la ciudad de Burgos desde 1870. Los recursos peleteros escaseaban así que, gracias a la tenería, descubrieron una vía para sostener su taller de botas de vino en pie.
«Son oficios que se terminan perdiendo. Al final conllevan mucho trabajo», relata el botero y curtidor. Además, al estar Rocío de baja, ahora él mismo es quien se encarga de todas las tareas de la tenería y de la botería, la cual mantiene abierta en días esporádicos.
El trabajo es «duro», no obstante, persiste en mantener vivo el objetivo que hace seis años se marcó junto a su hermana. Jorge se prepara sus propias pieles para utilizarlas en el taller de botas y, además, suministra dichos materiales a boteros de toda España.
Desde Curtidos Domingo trabajan exclusivamente con pieles de cabra, ya que son las que usan en las boterías. El mes de enero elaboraron un total de 360 pieles y «de cada piel salen unas siete botas de media», sostiene Jorge, por lo que, de ese material habrían podido salir aproximadamente 2.520 botas.
Asimismo, ha habido meses que han llegado a sacar hasta 720 pieles de media. Sin embargo, el curtido peletero es una práctica larga y costosa. «El proceso desde que metemos la piel hasta que está terminada es mas o menos un mes», apunta.
Para llevar estas tareas, Jorge dispone de bombos de madera de gran capacidad que giran sobre sí mismos como si de lavadoras se tratasen. Además, también utiliza dos máquinas especializadas en eliminar la grasa y estirar las pieles, entre otros instrumentos.
Primero se lavan las pieles con jabón y sal marina durante varios días y se desengrasan. Después se pasa a tratarlas con productos y a curtirlas con extracto de tanino de acacia importado de Brasil y quebracho; dos materiales que les aportan el color rojizo a las piezas. Esta segunda parte suele llevar más de 72 horas de duración. Posteriormente se cuelgan y se dejan secar aproximadamente siete días para, finalmente, lijarlas y venderlas.
Covarrubias fue territorio de numerosas tenerías hace decenas de años. Sus curtidores, además de precisar cantidades ingentes de agua para la preparación de las pieles, se valían de otro producto indispensable en el proceso de fabricación.
Se trata del zumaque, una planta con semillas de color rojizo que ayudaba en el curtido y coloración de las pieles. Este vegetal se plantó en el citado municipio burgalés con la intención de abastecer a los responsables de las tenerías hace décadas.
«Antes se recogía, ahora como ya no se recolecta es una especie invasiva bestial», aclara Jorge, que ha encontrado el sustituto en el polvo de taninos que compran de Brasil. Ahora el zumaque está en desuso, pero, como narra el de Burgos, la planta se ha asilvestrado: «Nace en los caminos, en los cultivos... es una peste», corrobora un vecino de Covarrubias.
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